Sergio nos explica cómo la enseñanza a través de la simulación le da otro sentido a la práctica de los futuros médicos
Sergio Andres León Ariza
5/23/20252 min read
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En el currículo oficial se manifiesta el objetivo de desarrollar competencias prácticas específicas dentro de un marco institucional. El enfoque de la práctica gira en torno a la adquisición de habilidades técnicas en situaciones controladas, emulando lo más posible el entorno hospitalario real. Los estudiantes deben demostrar un dominio de la técnica quirúrgica, la gestión de la atención al paciente, y la capacidad para aplicar principios científicos al diagnóstico y tratamiento. La malla curricular en ciencias quirúrgicas del octavo semestre pone un énfasis claro en la preparación práctica, lo cual encaja con una ideología académica-erudita, que prioriza la competencia técnica y la adquisición de conocimientos específicos dentro de un marco disciplinar tradicional. Sin embargo, la práctica también tiene una fuerte orientación hacia la eficiencia social al preparar a los estudiantes para enfrentar situaciones reales en un entorno clínico. La simulación permite a los estudiantes ser evaluados en sus competencias, pero también refleja la necesidad de que los futuros médicos se ajusten a las expectativas institucionales y al entorno profesional. La gestión del paciente y la colaboración interprofesional se conciben como habilidades claves que los estudiantes deben desarrollar para ser efectivos dentro del sistema de salud.
Esta práctica de simulación se alinea con lo que Paulo Freire describiría como un enfoque que favorece la práctica crítica y la reflexión activa, pero con una cierta tensión entre la adquisición de habilidades técnicas y la formación crítica del estudiante. Si bien la simulación promueve una interacción experiencial, sería valioso que se integraran más reflexiones sobre las condiciones sociales que influyen en las decisiones médicas y las implicaciones éticas de las intervenciones. Incorporar una dimensión más crítica sobre el contexto social y ético del trabajo médico podría enriquecer la formación de los estudiantes, ayudándoles a convertirse en médicos competentes en la técnica y también conscientes de su rol en la sociedad y del impacto social de sus decisiones clínicas.
En conclusión, el aprendizaje central de esta práctica de simulación en cirugía abarca tanto el desarrollo de competencias técnicas y profesionales, como la formación de habilidades sociales y emocionales clave para la práctica médica. A través de la simulación de escenarios clínicos reales, los estudiantes se enfrentan a la necesidad de tomar decisiones en contextos de incertidumbre, de colaborar en equipo y de gestionar sus emociones frente a situaciones de estrés. Sin embargo, el currículo podría beneficiarse de una mayor reflexión sobre los aspectos sociales y éticos de la medicina, para formar a los estudiantes no solo como expertos técnicos, sino también como agentes sociales que entienden el impacto de su labor en las comunidades y en los sistemas de salud.